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Azul - Rosa Regás

Azul - Rosa Regás

Estando Regás en la universidad conoció a un gran amigo, el cual se hizo rico y les invitó, a ella y otros amigos, a pasar unas vacaciones en su yate por las islas griegas. Storni, como lo llamaba ella, lo tenía todo y se le hacía difícil a Regás encontrar el regalo perfecto para agradecer esas fabulosas vacaciones. Un día mientras pasaban por una de esas islas griegas, igual a la del libro, vio a una mujer a lo lejos que caminaba por la playa entonces surgió la idea de escribir Azul y regalárselo a su querido amigo Storni, como agradecimiento. Lo que empezó siendo un escrito para un amigo terminó siendo una novela que se publicó con éxito y que obtuvo el Premio Nadal  de 1994. 

La historia de Azul se desarrolla en estas islas en un barco y el lector conoce la historia por medio del protagonista, Martín, un joven guionista, que por medio de la retrospección nos cuenta cómo empezó su relación amorosa con Andrea, una periodista casada, con dos hijos y mayor que él. Paulatinamente nos vamos enterando de cómo fue que empezó todo entre ellos y cómo ese amor se fue convirtiendo en odio. 

Estos dos amantes son bastantes distintos. Mientras que Andrea es egoísta, superficial, dominante e infiel Martín es una persona tímida, silenciosa, dócil y solitaria. Al comienzo de la historia entre ellos dos se puede palpar la ingenuidad y el gran amor que Martín sentía por Andrea. Esa mujer deslumbrante, madura y segura de sí misma que dejó boca abierto a Martín cuando se encontraron por primera vez en casa de Andrea. Al parecer  todos los desplantes que Andrea le hacía a él no le importaban. Nunca protestó o preguntó, se dedicaba a disfrutar los pocos ratos que ella le daba.  

Pero en ese barco tuvo él  la oportunidad, mientras el lector conocía la historia, de reflexionar. Se dio cuenta de que todo ese tiempo ella lo había utilizado. Dejándole cuando ella quería y buscándole cuando a ella le convenía. Lo manejaba a su manera. Estaba harto de ponerse en segundo lugar y decidió tomar control de nuevo de su propia vida. Por eso estando en el barco le comunicó a Andrea que la iba a dejar y que ya no la quería. Andrea, egoísta como es, se puso a llorar. Lo único que le preocupaba era la soledad. 

Regás escribe de tal manera que el lector se puede sumergir en la historia y sentir, ver y oler el ambiente en que se encuentran los protagonistas. Las imágenes intensifican la historia y las sensaciones de los personajes. Algunas de las imágenes que Regás describe simbolizan aspectos de la relación entre Martín y Andrea: El calor sofocante que refleja el control de Andrea sobre Martín, que se deja manipular por ella y que al final se da cuenta de este control y siente la necesidad de respirar y volver a tomar las riendas de su vida. La luz del sol que ciega, como el amor que Martín sentía por Andrea, el cual no le dejaba ver cómo ella, desde un principio, lo usaba. Los colores brillantes que hacen daño, como cuando Martín por fin vio la luz y se dio cuenta de que había vivido la vida que Andrea había elegido para él. Cada vez que ella le dejaba con el corazón roto y con las ganas de seguir estando con ella él sólo anhelaba el momento en que ella apareciera de nuevo. El hecho de que Martín entendiera, después de tantos desplantes, que sólo había sido usado mientras que él estaba realmente enamorado de la mujer que lo utilizaba, fue un gran golpe. El color azul, como los ojos cautivadores de Andrea que engaña a Martín y también el azul del mar. Es aquí, en un barco, donde se producen los cambios más importantes. El azul del mar incógnito igual que Andrea lo es para Martín. 

 Aunque la vida de Martín nos parezca sofocante y frustrante la obra se presenta clara y cautivadora. Es fácil vivir junto a los personajes todas sus aventuras pero no nos sentimos reflejadas en estos personajes. En nuestra opinión cada quien debe de vivir su propia vida y determinar su propio destino. Es muy frustrante que después que Martín se haya dado cuenta de la manipulación de Andrea, cuando crees que por fin se va a liberar, vuelve a caer en la misma red y reinicia “su vida” sofocante. La escena donde Martín, después de regresar a la isla, ve zarpar al barco que trae víveres a la isla, es un buen ejemplo. El ve esta oportunidad para escapar y ser libre, comenzar una nueva vida con otras perspectivas y otras personas. Aunque Martín imagina y describe cómo saltaría a ese barco sólo hace eso: pensar. Lo único que hace es ver cómo la embarcación se aleja y desaparece en el horizonte. Andrea nunca pierde el control porque ella sabía que Martín, sabiendo que ella se estaba ahogando, no hizo nada para salvarla. Si ella hubiera querido lo podría haber denunciado y Martín pararía en la cárcel. De todas formas Martín perdería su libertad: alejado de Andrea pero en la cárcel, denunciado por ella, o junto a Andrea. 

Esta historia es un ejemplo de que en el amor no todo es color de rosa, o de un azul cristalino. En el amor también hay azules más oscuros en los cuales no sabes que te deparará el destino si te sumerges en ellos. 

Kim Arbman y Paula Herrera Salazar

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