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Jorge Luis Borges: lector y escritor.

Jorge Luis Borges: lector y escritor.

 

Aunque todos conocemos a Jorge Luis Borges (1899-1986) como escritor, para él leer siempre era más importante que escribir. Dice el autor argentino en su obra Historia universal de la infamia (1935): “Leer, por lo pronto, es una actividad posterior a la de escribir: más resignada, más civil, más intelectual”.

Lugar central de su niñez era la librería inglesa enorme de su padre, donde pasaba hora a hora leyendo las novelas. Esta lectura de su primera juventud, la llamó años más tarde “el hecho principal de mi vida”. No es de extrañar, entonces, que el paraíso se lo imaginó como algún tipo de librería gigante.

La idea esta de librerías inmensas recurre su obra. Por ejemplo se puede mencionar el cuento La Biblioteca de Babel (Ficciones 1941), donde se encuentran todos los posibles libros de 410 páginas.

En 1955, después del derrocamiento del presidente Perón, fue nombrado director de la Librería Nacional de Argentina. Aquí hubiera podido disfrutar cada día de su sueño de estar rodeado por completo de libros, a no ser que estuviera ya completamente ciego (la ironía de lo cual, naturalmente, no le puede escapar). Borges sufrió de miopía grave desde niño, debido a un defecto genético que le fue quedando gradualmente ciego: lo mismo que había sucedido a su padre y a cuatro generaciones anteriores más. Desde su ceguedad total en los años cincuenta siempre tenía personas cerca para que le leyeran, primeramente su madre, Leonor Suarez y, más tarde, su esposa María Kodama.

Paradójicamente, el mismo Borges, que pasó gran parte de su vida hundido en novelas, opinó que escribir novelas era malgastar el tiempo al lector. Le pareció mucho más eficiente escribir ensayos, resúmenes y comentarios sobre las novelas, como explique en el prólogo de Ficciones (1941). A continuación empezó en algún momento a escribir comentarios sobre novelas que en sí no existieran: novelas inventadas, pero no escritas, por el mismo Borges que dio el comentario. Incluso ideó autores con completas bibliografías imaginarias.

Las ideas de Borges sobre la importancia de leer, coinciden parcialmente, y prefiguran, la tesis que propone Roland Barthes en su artículo “La muerte del autor” (1967): el significado de un texto no lo establece el autor, sino que lo forma cada lector de manera diferente al leer lo escrito. Borges también invirtió esta idea, diciendo que el significado, es decir, la identidad, de una persona se definía no por lo que escribía, sino por lo que leía.

Examinemos, a modo de concluir, una obra de Borges en que se ven dichas ideas sobre la lectura por excelencia: su cuento corto Pierre Menard, autor del Quijote (en Ficciones), en el que da una bibliografía del autor ficticio Pierre Menard, y luego explica cómo Menard, contemporáneo de James Joyce, ha conseguido reescribir unos capítulos del Quijote palabra por palabra, sin copiar. Borges muestra que las dos versiones son efectivamente todo igual al nivel literal, pero añade que la de Menard es más sutil, infinitamente más rica y que en ella hay, por ejemplo, irrefutables influencias de Nietzche (Ficciones 23-24). Vemos que la obra de Menard ha ganado significado por su intertextualidad: la significación de su texto no la determina el escritor Menard, sino el contexto de Menard y su experiencia como lector. 

Podemos concluir que para Borges leer y escribir iban lo uno con lo otro. Muchas de sus obras reflejan lo importante que era para él la acción de leer.

 

Bibliografía:

Barthes, Roland. “La muerte del autor”. En Biblioteca Roland Barthes. El susurro del Lenguaje. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, 1987. Web. 28 de noviembre 2011.

Borges, Jorge Luis. Ficciones. Prólogo de José Luis Rodríguez Zapatero. Madrid: Bibliotex-Alianza, 2001. Web. 28 de noviembre 2011.

--. Historia universal de la infamia. Madrid: Alianza, 1998. Web. 28 de noviembre 2011.

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