Blogia
Español en Zuecos

Matando dinosaurios con palabras

A veces se puede usar pocas palabras para decir cosas grandes. Esto es un acto de habilidad, un signo de maestría. Sin embargo, a veces ocurre el opuesto. No digo que un texto que consiste de muchas palabras esté mal, o que los textos breves siempre sean mejores que los amplios. Sólo digo que, a veces, un escritor usa muchas palabras comparado con lo poco que tiene que decir. Desafortunademente – y lo digo porque a mí no me gusta escribir reseñas negativas – esto es lo que pasa con el libro Matando dinosaurios con tirachinas.

El protagonista de Matando dinosaurios con tirachinas es un joven, un chico de veinticinco años que está preparándose para comenzar la vida de adulto. Recientemente se ha mudado a Alcoy, una ciudad pequeña en Alicante, para vivir con su novia. Como es objetor de conciencia, no quisó cumplir su servicio militar, ahora es pendiente del servicio social. Ha estudiado Filología Hispánica, tal como el escritor Pedro Maestre, pero está en paro en busca de empleo. No le importa si tiene algo que ver con sus estudios o no y tiene la ilusión de ser escritor algún día. Como ya se puede adivinar, el libro tiene muchos aspectos autobiográficos: la única diferencia es que Pedro Maestre sí se tornó escritor. Y no solo se hizo escritor, sino  también parece tener éxito con ello: en 1996 ganó el premio Nadal con Matando dinosaurios. Pero  ganar un premio prestigioso como el Nadal no garantiza que el libro sea bueno.

La primera cosa que llama la atención es que no hay ningún signo de puntuación en el libro. Es un sólo texto, un monólogo sin letra mayúscula ni punto final. Y esto no debe ser una cosa irritante – conozco algunos libros en los que el uso, o mejor dicho la ausencia de la puntuación, contribuye a la historia que el escritor quiere contar. Pero en el caso de Matando dinosaurios con tirachinas solamente funciona en la primera página, después uno empieza a enojarse con el estilo de escribir.

En segundo lugar, el escritor usa mucho la lengua coloquial. Por una parte, hace la historia más realista, como si fuera un monólogo real. Por otra parte el vocabulario resulta vulgar, así que aparecen frases en el libro como la siguiente: “¡Hostia puta, qué mareo!, pero si hemos pasado toda la noche en el salón, Vicente aún está sobando, pero Chus dónde está, (…) tengo revuelto el estómago, ¡aaa!, ¡joder, qué susto me has dado cabrón!” Para mí, este estilo de escribir no mejora el contenido del libro.

Pero la razón principal por la que no me gustó mucho el libro es el hecho que los personajes son muy pocos elaborados. Si uno puede identificarse por lo menos un poco con el protagonista, esto es imposible con los demás personajes. Como se cuenta la historia desde el punto de vista del protagonista y como él no tiene opiniones profundas, los demás personajes no resultan muy desarollados. Parecen ser tan unodimensional como Pedro los ve, que resulta en una historia superficial. Quizas sea solo el protagonista del libro que no sabe bien escbribir, pero temo que sea el escritor mismo. Maestre no necesita tirachinas para matar los dinosaurios, sus palabras ya bastan.

Concluyendo, se puede resumir le libro en un sólo párrafo: “Todo esto es tan grande y pesado que cuando me despierto parece que estoy matando dinosaurios con tirachinas". Un párrafo bonito, que contiene todo el libro. Quizas habría sido mejor si Maestre no hubiera escrito nada más que este párrafo.

0 comentarios